Tengo en mis manos la caja de Chariots of fire, he escuchado en innumerables ocasiones esta banda sonora pero la calidad que disfruto ahora es incomparable... Esta mítica película, que narra los diferentes caminos que han seguido tres jovenes para correr en las Olimpiadas. Harold Abrahams, Eric Lindell y Aubrey Montague es quizás todo un símbolo del deporte, de su belleza, de su dureza, y de su capacidad para unir a hombres diferentes en una competición trágica y brutal.
La leyenda que hay tras el esfuerzo humano, tiene un nombre y ese es Filipes, tras recorrer los 40 kilómetros que separaban las llanuras de Maratón de Atenas gritó: "Alegraos, hemos vencido" y tras decir esto cayó muerto, quizás nunca sabremos cuanto hay de verdad en esa historia, pero acaso es necesario saberlo...
El hombre, una de las criaturas más extrañas que pueblan este planeta, siente la necesidad de sufrir, tal vez para agarrarse a la vida, tal vez para saber que su tiempo no ha sido malgastado, resulta en cualquier caso conmovedor. Si él que está leyendo esta crítica práctica algún deporte entenderá que intento decir, en incontables ocasiones el agotamiento físico se bate contra nuestro coraje, el cuerpo no responde pero la satisfacción final reconforta el alma como nada material lo consigue.
Las melodías de Carros de fuego pueden inspirar valores totalmente contradictorios, desde el amor a la patria, el orgullo de representar a un pueblo hasta la superación personal y la harmonía entre las razas. El espíritu de la cinta se podría resumir en esta frase: Una prueba de coraje mental y físico entre caballeros y hombres de honor que compiten en igualdad de condiciones, espíritu que en los últimos tiempos parece haber sido reducido a cenizas.
Vangelis, ese hombre "huraño" del que apenas hay fotos, que no hace conciertos, y que aborrece los actos públicos es y será uno de los grandes compositores de los últimos años.
Quizá alguién piense que esta crítica trata de todo menos de la banda sonora de Charios of fire, si piensa eso es que no ha comprendido la esencia del disco, porque todo lo que he escrito ha salido del amor que me despierta al volver a escucharlo.
La leyenda que hay tras el esfuerzo humano, tiene un nombre y ese es Filipes, tras recorrer los 40 kilómetros que separaban las llanuras de Maratón de Atenas gritó: "Alegraos, hemos vencido" y tras decir esto cayó muerto, quizás nunca sabremos cuanto hay de verdad en esa historia, pero acaso es necesario saberlo...
El hombre, una de las criaturas más extrañas que pueblan este planeta, siente la necesidad de sufrir, tal vez para agarrarse a la vida, tal vez para saber que su tiempo no ha sido malgastado, resulta en cualquier caso conmovedor. Si él que está leyendo esta crítica práctica algún deporte entenderá que intento decir, en incontables ocasiones el agotamiento físico se bate contra nuestro coraje, el cuerpo no responde pero la satisfacción final reconforta el alma como nada material lo consigue.
Las melodías de Carros de fuego pueden inspirar valores totalmente contradictorios, desde el amor a la patria, el orgullo de representar a un pueblo hasta la superación personal y la harmonía entre las razas. El espíritu de la cinta se podría resumir en esta frase: Una prueba de coraje mental y físico entre caballeros y hombres de honor que compiten en igualdad de condiciones, espíritu que en los últimos tiempos parece haber sido reducido a cenizas.
Vangelis, ese hombre "huraño" del que apenas hay fotos, que no hace conciertos, y que aborrece los actos públicos es y será uno de los grandes compositores de los últimos años.
Quizá alguién piense que esta crítica trata de todo menos de la banda sonora de Charios of fire, si piensa eso es que no ha comprendido la esencia del disco, porque todo lo que he escrito ha salido del amor que me despierta al volver a escucharlo.
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