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El anarquista ,
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Reflexiones
7:27
Hace años miraba sentado un pequeño riachuelo, oía el agua moverse, los árboles agitarse, el olor a madera y a hojas… Lo hacía desde un pequeño puente de madera que habían construido otros tiempo atrás, pese a la limpieza del lugar y de estar sobre aquella estructura empecé a sentir miedo, como si todo fuese una ilusión forzada, aquel puente, aquellos caminos por los que habían pasado máquinas cortando matorrales, toda aquella ausencia de hojas en ellos era una mentira… El puente se pudriría, las hojas caerían y aquel río ahogaría cualquier otro sonido, incluida la voz humana… Mi voz.
Observar la naturaleza es algo que te abre los ojos, si buscas eternidad regresa a aquel lugar en el que estuviste siendo crío y entenderás este término de un modo que ningún libro puede enseñarte, si quieres apreciar cuán afortunado eres de existir pasea entre árboles centenarios, sus hojas son más ilustrativas que cualquier enciclopedia… Si no quieres sentirte sólo tal vez es mejor que evites pisar un bosque. Pueden suceder dos cosas al adentrarte en el interior de uno, que te entré un ataque de pánico al reflexionar sobre este lugar apartado de la civilización durante décadas o tal vez aceptes que esa es la verdad, que el cemento armado y los circuitos eléctricos son un invento humano, perecederos, temporales, prescindibles en el mundo natural. Si el término orden tiene algún significado en este mundo es el de ciudades inundadas, terremotos y catástrofes naturales que recolocan todo a su antojo…
Si algo me gusta de la estupenda versión cinematográfica de Bailando con lobos es que hace fácil algo que a simple vista parece difícil, convertir en verdad absoluta un ferviente respeto por la naturaleza, sustentado dicho respeto en una mirada reflexiva y solitaria de esa realidad que no está construida con ladrillos y hormigón…
Termino con una cita de Michael Blake, autor de la novela en que se basó la película:
“El teniente Dunbar se había enamorado. Se había enamorado de este país salvaje y hermoso y de todo lo que contenía. Se trataba de la clase de amor que las personas sueñan con sentir por otras: desinteresado y libre de toda duda, reverente y eterno. Su espíritu acababa de elevarse y el corazón le saltaba en el pecho. Quizá fuera ésa la razón por la que el anguloso y elegante teniente de caballería había pensado en la religión.”
A mediados del siglo XVII Spinoza moría en una casa de la Haya dejando un libro que jamás vería publicado… La Ética demostrada según el orden geométrico, el libro proponía un entendimiento de la realidad que rozaba la destrucción de la esencia humana alegando que la razón era el único camino hacia la verdad, para avalar dicho planteamiento propuso una relación causal que llegaba hasta las acciones últimas del ser humano…
Spinoza aplicó un razonamiento mecánico salvaje, para entender al hombre había que comprender una compleja cadena de causas internas y externas… Spinoza hablaba de una red causal de dimensiones inabarcables llamada sustancia, de estar en lo cierto el mañana ya está hoy escrito y así será…
Ante esta perspectiva el ser humano se enfrentaba a un dilema: vivír según el orden causal y comprenderlo o bien simplemente vivír creyendo ser libre… Del propio filósofo se dice que construyo un palacio y vivió en una choza, y es que la Ética es de esos libros que una vez leído y entendido (lo cual lleva su tiempo) debe ser olvidado por el lector… Que se considere afortunado de haber saciado su curiosidad sobre la existencia y que viva como siempre ha deseado hacerlo, como un hombre libre…
En Ghost in the Shell hay una transformación tortuosa de la protagonista hacia un cuerpo totalmente mecánico, perfecto en todo su extensión, y al mismo tiempo sin alma, incapaz de producir sentimientos, incapaz de producir una sola lágrima…
Si en Blade Runner Vángelis hace despertar en el espectador lo más humano que hay en él, en Ghost in the shell la banda sonora marca la pauta, Yoko Kanno consigue un efecto inverso e igualmente interesante, melodías frías, mundos de bits para el ser humano que viene… Futuro eficiente en resultados y funcionamiento sin un lugar en él para replicantes. Película compleja, meticulosa, con sutiles mensajes que alertan de dónde acaba la humanidad y empieza un nuevo mundo de engranajes y metal del que ya no podemos retornar. La historia de la autodestrucción del hombre sin guerras, sin discusiones, de cómo descubre que su humanidad lo ha hecho débil durante toda su historia y decide enterrarla. La inmortalidad, ansiado tesoro al que el hombre se agarra en esta película llega con la misma muerte del ser humano.
Esperanza en un final que pocos han entendido, recurrencia a la mitología… Tal vez he interpretado mal el desenlace pero me gustaría aventurarme a pensarlo… El enfoque final, un susurro, una sugerencia de cómo termina todo… Con su infierno y su particular cielo… La inactividad humana en todo caso no está contemplada en esta película, la pasividad ante los avances, nuevas tecnologías queda como un triste paso que ni siquiera está presente en Ghost in the shell… El poder creador, que gran don, todo está a nuestro alcance, sólo debemos estirar nuestro cuerpo para coger esa manzana que es el mundo y decidir qué hacer con ella, ¡que nadie se la coma!... ;-).
Uno de los temas de la banda sonora:
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El anarquista ,
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Reflexiones
15:49
Entre cocktail y cocktail se esconde la lección de la existencia, de salir del nido, de saltar la ventana (para algunos), afrontar los retos que se nos presentan… Cada día se convierte en una vida reducida en el tiempo, allí encuentras a cientos de clientes, algunos están de paso, otros se convertirán en buenos amigos. Como en la vida misma tendrás desencuentros, será inevitable… Hay filósofos en esa vida, a veces difíciles de distinguir de entre los borrachos, uno me dijo una vez “La felicidad es la certeza de no sentirse perdido”… Citaba, pero sabía bien lo que me decía.
Hay quien no media palabra, farsantes, engreídos, es el minimundo que se dá al otro lado de la barra, olvidar y observar alguién me recordó una vez, amnesia para todos al terminar la noche, si puede ser con un fino e intenso amaretto con hielo mejor
Entre Oporto de la región del Douro y copas de Old Parr, creas lazos con compañeros, amigos para largo tiempo unos, experiencias interesantes otros… Desde lo alto vigila un viejo lobo de mar, no tiene la clase de Bryan Brown pero le acreditan docenas de bandejas rotas, docenas de compañeros fugaces, es el maestro de esa vida, le agrada mi compañía pero me invita a que me vaya, no hay sitio para otra alma desperdiciada me dice. Hay aromas que no se olvidan pienso, adulzados y amargos a la vez ¿he dicho campari?.
Relaciones humanas, no saber sostenerlas hará que caigas al vacío, buen humor por esa cuerda, intenta caminar por el filo de esa copa de balón, si te caes siempre puedes volver a empezar, la hostia que te llevarás será de las buenas, pero es la única forma de aprender. No hay cursos para esto, lo lamento…
Ancianos, mayores, y niños, allí están todos, se pone la tarde y vividores en decadencia, trotamundos idos a menos caen como moscas, la partida de la vida llega a su último adios, ¡camarero, sirva la última copa! Las luces se apagan y me quedo solo en la noche.
Hay quien no media palabra, farsantes, engreídos, es el minimundo que se dá al otro lado de la barra, olvidar y observar alguién me recordó una vez, amnesia para todos al terminar la noche, si puede ser con un fino e intenso amaretto con hielo mejor
Entre Oporto de la región del Douro y copas de Old Parr, creas lazos con compañeros, amigos para largo tiempo unos, experiencias interesantes otros… Desde lo alto vigila un viejo lobo de mar, no tiene la clase de Bryan Brown pero le acreditan docenas de bandejas rotas, docenas de compañeros fugaces, es el maestro de esa vida, le agrada mi compañía pero me invita a que me vaya, no hay sitio para otra alma desperdiciada me dice. Hay aromas que no se olvidan pienso, adulzados y amargos a la vez ¿he dicho campari?.
Relaciones humanas, no saber sostenerlas hará que caigas al vacío, buen humor por esa cuerda, intenta caminar por el filo de esa copa de balón, si te caes siempre puedes volver a empezar, la hostia que te llevarás será de las buenas, pero es la única forma de aprender. No hay cursos para esto, lo lamento…
Ancianos, mayores, y niños, allí están todos, se pone la tarde y vividores en decadencia, trotamundos idos a menos caen como moscas, la partida de la vida llega a su último adios, ¡camarero, sirva la última copa! Las luces se apagan y me quedo solo en la noche.
Tengo en mis manos la caja de Chariots of fire, he escuchado en innumerables ocasiones esta banda sonora pero la calidad que disfruto ahora es incomparable... Esta mítica película, que narra los diferentes caminos que han seguido tres jovenes para correr en las Olimpiadas. Harold Abrahams, Eric Lindell y Aubrey Montague es quizás todo un símbolo del deporte, de su belleza, de su dureza, y de su capacidad para unir a hombres diferentes en una competición trágica y brutal.
La leyenda que hay tras el esfuerzo humano, tiene un nombre y ese es Filipes, tras recorrer los 40 kilómetros que separaban las llanuras de Maratón de Atenas gritó: "Alegraos, hemos vencido" y tras decir esto cayó muerto, quizás nunca sabremos cuanto hay de verdad en esa historia, pero acaso es necesario saberlo...
El hombre, una de las criaturas más extrañas que pueblan este planeta, siente la necesidad de sufrir, tal vez para agarrarse a la vida, tal vez para saber que su tiempo no ha sido malgastado, resulta en cualquier caso conmovedor. Si él que está leyendo esta crítica práctica algún deporte entenderá que intento decir, en incontables ocasiones el agotamiento físico se bate contra nuestro coraje, el cuerpo no responde pero la satisfacción final reconforta el alma como nada material lo consigue.
Las melodías de Carros de fuego pueden inspirar valores totalmente contradictorios, desde el amor a la patria, el orgullo de representar a un pueblo hasta la superación personal y la harmonía entre las razas. El espíritu de la cinta se podría resumir en esta frase: Una prueba de coraje mental y físico entre caballeros y hombres de honor que compiten en igualdad de condiciones, espíritu que en los últimos tiempos parece haber sido reducido a cenizas.
Vangelis, ese hombre "huraño" del que apenas hay fotos, que no hace conciertos, y que aborrece los actos públicos es y será uno de los grandes compositores de los últimos años.
Quizá alguién piense que esta crítica trata de todo menos de la banda sonora de Charios of fire, si piensa eso es que no ha comprendido la esencia del disco, porque todo lo que he escrito ha salido del amor que me despierta al volver a escucharlo.
La leyenda que hay tras el esfuerzo humano, tiene un nombre y ese es Filipes, tras recorrer los 40 kilómetros que separaban las llanuras de Maratón de Atenas gritó: "Alegraos, hemos vencido" y tras decir esto cayó muerto, quizás nunca sabremos cuanto hay de verdad en esa historia, pero acaso es necesario saberlo...
El hombre, una de las criaturas más extrañas que pueblan este planeta, siente la necesidad de sufrir, tal vez para agarrarse a la vida, tal vez para saber que su tiempo no ha sido malgastado, resulta en cualquier caso conmovedor. Si él que está leyendo esta crítica práctica algún deporte entenderá que intento decir, en incontables ocasiones el agotamiento físico se bate contra nuestro coraje, el cuerpo no responde pero la satisfacción final reconforta el alma como nada material lo consigue.
Las melodías de Carros de fuego pueden inspirar valores totalmente contradictorios, desde el amor a la patria, el orgullo de representar a un pueblo hasta la superación personal y la harmonía entre las razas. El espíritu de la cinta se podría resumir en esta frase: Una prueba de coraje mental y físico entre caballeros y hombres de honor que compiten en igualdad de condiciones, espíritu que en los últimos tiempos parece haber sido reducido a cenizas.
Vangelis, ese hombre "huraño" del que apenas hay fotos, que no hace conciertos, y que aborrece los actos públicos es y será uno de los grandes compositores de los últimos años.
Quizá alguién piense que esta crítica trata de todo menos de la banda sonora de Charios of fire, si piensa eso es que no ha comprendido la esencia del disco, porque todo lo que he escrito ha salido del amor que me despierta al volver a escucharlo.
La lengua de las mariposas pese a ese final desastroso continúa siendo una película decente, correcta sin llegar a ser comprometida con causa alguna envuelve al espectador en una España en guerra, rural, de campesinos que no hacen preguntas y de un cuerpo de policía que vigila, observa los cambios sociales pero que sigue estando presente en la mente humana, al igual que Dios.
Más que una anécdota de vencedores y vencidos, de un pueblo gallego donde brinca libremente el ideal de izquierdas (me gustaría saber si ha habido algo así donde vivo, la Galicia profunda, católica y señorial) la producción de Cuerda tiene un valor educativo notable de cara a todas las edades.
La enseñanza y el conocimiento encuentran sus límites en los lindes de los bosques y en la lengua de las bolboretas, en la única verdad que ocultan al ojo humano se encuentra la base real del saber: la observación. La relación aurea y la espiral no explican cómo debemos vivir, sintetizan harmonía y belleza en el mundo natural, la lengua de las mariposas mal que pese muestra orden, organización y hace soñar con mundos equilibrados donde la vida se complementa con la materia al igual que un guante encaja en la mano humana.
La infancia debe crecer libre de dudas, miedos y de paso de política, es algo que incluso Fernando Fernán Gómez (el profesor ateo y republicano) comprende cuando en una pequeña biblioteca le enseña a su pupilo los beneficios del leer... Esquiva con cautela un libro de ideario comunista del que bebe con confianza cada noche para dejarle "La isla del Tesoro".
Una escena que no está de más volver a ver:
Escuchando esta estupenda banda sonora caigo en la cuenta de que el tiempo de Vángelis ya pasó, brillo con intensidad en los ochenta y a partir de ese momento empezó progresivamente a decaer, su época de esplendor, de mayor creatividad queda muy atrás, se fue apagando lenta y progresivamente.
Al final lo que queda de Vángelis es su obra más temprana. Si de algo habla su música es de la decadencia del compositor, la pesadez de la vejez, la falta de nuevas ideas… El genio que vive manteniendo la dignidad y el nombre pero ya no hay chispa en él.
Algunas de sus bandas sonoras de esa época: Chariots of fire, la voluminosa banda sonora de Blade Runner, esta Antártica, The Bounty, son obras maestras imperecederas, que no conocen épocas, instantes de inspiración que no se repetirán jamás (al menos en Vángelis).
Es curioso que haya mantenido con tanto celo su vida privada cuando su entendimiento del mundo siempre estuvo ante nuestros ojos, en toda su música: pesimismo y abatimiento acompañado de una minúscula esperanza… Asfixiante realidad de la que emanan sentimientos encontrados, el pavor del que observa, la duda… La belleza de un mundo terrible en él que somos muy conscientes de nosotros mismos.
Dejo un tema:
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